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Expedición Floreana es el nombre con el que se conoce a la operación militar y política que tuvo lugar entre 1845 y 1847 sobre el territorio de la entonces República del Ecuador, ubicada al noroccidente de América del Sur, y que terminó con la creación del Reino de Ecuador y la instalación de una monarquía constitucional.
La expedición lleva ese nombre debido a que fue concebida en primera instancia por el general Juan José Flores, presidente depuesto de Ecuador, que viajó a Europa en busca de apoyo para recuperar el control del país. Otros actores de la operación fueron la reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y su segundo esposo, el Duque de Riánsares; el rey francés Luis Felipe I; y el general Andrés de Santa Cruz, que también había sido depuesto de la presidencia de Bolivia.
Varios historiadores convienen en llamar a este capítulo con los nombres de Invasión hispano-francesa a Ecuador, Segunda conquista española de Sudamérica ó Restauración borbónica en América. Sin embargo, es el término Expedición Floreana el que más trascendencia ha tenido en los ámbitos históricos académicos.
Antecedentes[]

Pintura de la Revolución Marcista de 1845.
Mientras transcurrían la primera década de vida de la frágil y novel República del Ecuador, el general Juan José Flores, derrocado de la presidencia por el pueblo de Guayaquil tras 14 años en el poder, se convenció de la ingobernabilidad del país bajo un régimen republicano, en el que la discordia entre los nuevos poderes era evidente. Llegó entonces a convencerse de que sólo una dictadura bajo su propio control, o un protectorado extranjero bajo un príncipe europeo, podían rescatar al país del caos en el que se hallaba sumergido.
Durante su gobierno, Flores se había rodeado de muchos asesores y militares venezolanos, lo que ocasionó una reacción nacionalista de las élites ecuatorianas que deseaban acceder a esos cargos importantes del Gobierno. Esto desencadenó una guerra civil que inició con la llamada Guerra de los Chihuahuas, y culminó en la Revolución Marcista, con núcleo en la ciudad de Guayaquil y movilizada por Vicente Rocafuerte, célebre escritor y diplomático que entonces se encontraba exiliado en la ciudad de Lima.
El primer presidente constitucional del Ecuador sería finalmente derrocado el 17 de junio de 1845, cuando capituló desde su Hacienda La Virginia, en un tratado que lleva el nombre de esa propiedad rural. Al día siguiente se formaría un Triunvirato provisional de Gobierno, formado por José Joaquín de Olmedo, Vicente Ramón Roca y Diego Noboa. El 23 de junio Flores partía por vía de Panamá a su acordado exilio europeo, garantizado su estatus militar de General, la conservación de sus vastas propiedades y una renta de 20.000 pesos de por vida que constaban en el tratado firmado previamente.
El 10 de agosto, el Ministros de Asuntos Extranjeros de Estados Unidos para Ecuador, Delazon Swith, informó que mediante un pariente cercano Flores había sacado por la frontera sur la fabulosa suma de 40.000 dólares en efectivo, joyas, diamantes y cien libras de plata en barras. Debido a ello, la Convención Nacional reunida en Cuenca el 6 de septiembre, desconoció oficialmente el Tratado de La Virginia, negándose a respetar los derechos que en él habían obtenido el General y sus partidarios. Para el político ecuatoriano Benigno Malo: «esa resolución, lejos de cerrar las puertas a su regreso, no hizo más que tentarlo a adoptar represalias de naturaleza extremada e inmoral… Flores burlado se creyó plenamente autorizado para seguir los consejos de la venganza: se engañaba. Un crimen no se lava con otro».
El proyecto[]

Juan José Flores.
Juan José Flores arriba a Lisboa el 17 de noviembre de 1845, y allí se entera que el Ecuador ha desconocido el Tratado de La Virginia y le han confiscado sus propiedades. Encolerizado, seis días después se dirige a Inglaterra para poner en marcha un plan de reconquista del poder en Ecuador.
El 6 de diciembre Flores se encuentra en Londres con el general irlandés Richard Wright, su íntimo amigo y antiguo compañero de luchas independentistas, a quien le encomienda la tarea de reclutar mil doscientos hombres, tres naves de guerra y armamento suficiente para invadir Ecuador. Mientras tanto, en Ecuador, el 8 de diciembre la Asamblea Constituyente declaraba presidente de la República a Vicente Ramón Roca.
El 17 de diciembre Juan José Flores se reúne con algunos funcionarios del Gobierno británico y les propone participar de la intentona de reconquista a cambio de colocar a un príncipe inglés en el trono ecuatoriano. Esta petición sería rechazada formalmente el 29 del mismo mes, aunque extraoficialmente le es permitido continuar con su reclutamiento de hombres, que se llevaba a cabo en la ciudad irlandesa de Limerick.
Sin desalentarse por la negativa inglesa, el 11 de enero de 1846 Flores llega a París, donde estudiaban tres de sus hijos, a quienes aprovecha para visitar y prepararse para la propuesta que haría al soberano francés. El 2 de febrero es condecorado con el cordón de la Legión de Honor por el rey Luis Felipe I, un reconocimiento que le había sido otorgado desde 1844 pero que apenas recibía de manera formal. El General aprovecha la oportunidad para hablar sobre su plan y proponerle lo mismo que a los británicos. El día 22 del mismo mes Flores recibe el rechazo de su propuesta, que le hace llegar el Secretario del Rey; sin embargo, ésta sería una respuesta del Gobierno francés, ya que Luis Felipe se involucraría de manera personal más adelante.
De Francia pasó al Vaticano, donde se entrevistó con el Secretario de los Estados Pontificios y el papa Gregorio XVI, quien le entregó una medalla de oro y le dio su bendición apostólica. Éste hecho es entendido como el beneplácito del Sumo Pontífice ante la campaña que el General estaba por emprender, hecho que le abriría las puertas y oídos en el Reino de las Dos Sicilias.
Juan José Flores llegó a Nápoles, en donde conversó con el Duque de Rivas sobre su plan, quien le manifestó que aunque no encontraría apoyo en la Corte siciliana, sí había una oportunidad de generar interés en la antigua Reina consorte española, hermana del monarca siciliano y que había amasado una inmensa fortuna junto a su segundo esposo. Como embajador de España en las Dos Sicilias, el Duque le escribió las cartas de recomendación con las que podría presentarse ante su objetivo final, y así Flores emprendió nuevamente viaje hacia la península ibérica.
El general Flores llegó a España los primeros días de septiembre, en donde usó las cartas entregadas por el Duque de Rivas para conseguir una entrevista con la reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, que como viuda de Fernando VII había ejercido la regencia de su hija Isabel II entre 1833 y 1840, y seguía influyendo en el Gobierno después de un breve periodo exiliada de la Corte (1840-1844).
Flores se reunió en privado con la reina María Cristina y su segundo esposo, Agustín de Muñoz, un antiguo guardia de corps que había sido creado Duque de Riánsares por su hijastra Isabel tras la boda con su madre. Mientras estos encuentros tenían lugar, España estaba inmiscuida de lleno en las bodas de la joven reina Isabel II y la infanta Luisa Fernanda, que se habían anunciado a inicios del mes de septiembre.
El general Flores expuso su plan de reconquista del Ecuador y colocar en el trono a la joven infanta Luisa Fernanda, hija del primer matrimonio de la Reina madre con Fernando VII, que convenientemente a principios de mes se había comprometido en matrimonio con Antonio de Orleans, duque de Montpensier e hijo del rey Luis Felipe de Francia, lo que además garantizaría la futura ayuda de ese monarca.
La reina María Cristina encontró más que conveniente el proyecto, pues así podría enviar lejos a los soldados carlistas que, pese a que habían sido derrotados y exiliados a Portugal, su cercanía aún representaba un peligro para la corona de su hija Isabel II. Así fue como aceptó los planes de Flores, casi sin reparos.
Boda de los Duques de Montpensier[]

Grabado de la infanta Luisa Fernanda de Borbón y el Duque de Montpensier, en 1846.
Mientras tenían lugar los preparativos de la boda, Flores y el Duque de Riánsares se movían para lograr que el rey Luis Felipe de Francia se involucre en el proyecto. Varias misivas firmadas por María Cristina terminaron por convencer a su futuro consuegro de los beneficios que apoyar la expedición hacia Ecuador podrían traer para sus dos hijos, así como para España y Francia.
El duque Antonio de Orleans (22) y la infanta Luisa Fernanda de Borbón (14) contrajeron matrimonio en el 10 de octubre de 1846, en una ceremonia doble en la que también se casaron la reina Isabel II (16) y el Duque de Cádiz (24). El evento tuvo lugar a las diez de la noche en el Salón de Embajadores del Palacio Real de Madrid.
Los jóvenes fueron informados del proyecto un día después de la boda, y aunque inicialmente le cayó como un balde de agua fría, el carácter ambicioso de Antonio terminó por emocionarle con la idea de convertirse en Rey. En cambio la infanta Luisa Fernanda lo tomó con mayor serenidad, como resignándose al lugar de pieza política que en realidad jugaba en este proyecto. Eso sí, ambos debían guardar absoluto silencio sobre los planes, y lo hicieron.
A las cinco de la mañana del 22 de octubre partieron en carruaje hacia Francia, donde estaba previsto que se estableciera la pareja. El 4 de noviembre fueron recibidos por la familia real francesa en el Palacio de las Tullerías, y al Duque se le puso inmediatamente al frente de la marina de Vicennes, donde su gran formación técnica le ayudó a fortificar de mejor manera el sitio durante el invierno.
Preparativos[]

María Cristina de Borbón-Dos Sicilias.
Aunque el acuerdo de Juan José Flores era directamente con la reina María Cristina y el rey Luis Felipe de Francia, el trato y la vía de negociación fue siempre el Duque de Riánsares, quien a nombre de su esposa consiguió convencer al Gabinete de Gobierno español, encabezado por Francisco Javier de Istúriz, de apoyar el proyecto ecuatoriano.
El 12 de octubre, dos días después de la boda de los Duques de Montpensier, se firmó el contrato entre Juan José Flores y José Antonio de Muñoz y Sánchez, hermano del Duque de Riánsares, a quien le habían encargado los pormenores legales y financieros de la expedición contra Ecuador. Inmediatamente el Gobierno español iniciaría los preparativos encubiertos de apoyo a la empresa, enviando la orden de que el Juan de Muñoz y Funes, tío del Duque de Riánsares que era Encargado de Negocios de España ante México, viaje a Caracas para ocupar el mismo cargo ante el Gobierno venezolano, desde donde debía comenzar las negociaciones de apoyo que necesitarían del Gobierno brasileño.
El 26 de octubre Flores, Santa Cruz, José Antonio de Muñoz y el rey francés firmaron en el Palais Royal el Contrato de Cooperación y Beneficios. En él se estipularon los siguientes términos:
- Su Majestad, don Luis Felipe I, deberá aportar a la empresa un buque de guerra y la protección del proceso de reclutamiento que tendrá lugar en Francia.
- El general Andrés de Santa Cruz se compromete, con la dicha protección de Su Majestad don Luis Felipe I, a reunir mil doscientos hombres armados en el puerto de Marsella, para desde allí partir hacia América lo más pronto posible.
- El general Juan José Flores deberá aportar los mil doscientos hombres que ha reunido en Irlanda, así como los tres navíos de vapor adquiridos previamente, y convertidos en barcos de guerra.
- Mediante el general Flores, Su Majestad la reina María Cristina, aportará los mil cien hombres ya reclutados y armados que a su nombre se hallan en marcha hacia el puerto de Santander.
- Sus Excelencias, los Duques de Riánsares, obtendrán para su beneficio y el de sus descendientes tierras en la región virgen de la provincia de las Esmeraldas, mismas que podrán explotar con fines agrícolas y/o ganaderos por un periodo de cien años.
- Su Majestad, don Luis Felipe I, obtendrá para Francia un enclave comercial en la costa ecuatoriana, que se definirá a futuro en beneficio de ambas partes.
- El general Andrés de Santa Cruz obtendrá para su beneficio y el de sus descendientes tierras en la región virgen de la provincia de Oriente, mismas que podrá explotar con fines agrícolas y/o ganaderos por un periodo de cien años.
- El general Juan José Flores obtendrá para su beneficio y el de sus descendientes tierras en la región virgen de la provincia de Oriente, mismas que podrá explotar con fines agrícolas y/o ganaderos por un periodo de cincuenta años. Además, se le garantizará la jefatura del Gabinete del Rey ecuatoriano por al menos dos periodos de cuatro años cada uno.
- Ecuador suscribirá acuerdos comerciales de beneficio con Francia y España, así como con aquellas naciones que estas dos consideraren conveniente.
Primera reacción latinoamericana[]

El presidente ecuatoriano Roca.
Las primeras noticias de la expedición floreana son conocidas en la República del Ecuador el 12 de octubre de 1846, por lo que inmediatamente se activan mecanismos de defensa en conjunto con otras naciones sudamericanas. El ejército ecuatoriano de la época se calcula en 1.200 soldados regulares y 2.000 reservistas, para un total de 3.200; la marina tenía apenas 137 soldados y tres naves en regular estado: los vapores Machala y Guayas, y el pailebot Olmedo.
A las fuerzas que guarnecían en la ciudad de Cuenca, de aproximadamente mil hombres, se sumaron 250 unidades de caballería montada bien preparada y escogida. Alcanzando los 1.250 soldados. En Guayaquil se conservó el cuerpo de artillería y dos batallones de infantería que sumaban entre ambos 1.500 hombres. Posteriormente se agregaron un batallón veterano de infantería y un cuerpo de milicias, con lo que las fuerzas acantonadas en el puerto alcanzaron los 2.700 hombres.
En Quito se organizó una milicia, infantería y artillería que ascendía a 1.800 hombres. En Riobamba se apostaron 800 soldados, en Ambato 700, en Loja 950 y en Ibarra 600. Las demás ciudades medianas tenían una milicia organizada que rondaba los 200 hombres en promedio.
Chile ofreció tomar parte muy activa en la guerra que se gestaba, disponía de una escuadra naval bien preparada y 2.000 hombres veteranos, dispuestos a atacar a Flores en el primer puerto que se presentara. Nueva Granada puso en Panamá una gruesa guarnición bajo las órdenes del general José Hilario López. En Pasto se acantonó una fuerza de 500 hombres al mando del general Herrán, que debía conservarse en ese punto a las órdenes del Gobierno ecuatoriano.
En Perú, en cambio, el Gobierno tenía opiniones encontradas. El emperador Adolfo I y sus partidarios se mostraban complacidos con la presunta llegada de un Orleans al trono de Ecuador, pues la Casa Real francesa a la que pertenecía el candidato era aliada de la Casa Real británica, a la que pertenecía el mismo Adolfo. Por otro lado, las facciones más nacionalistas del Congreso reclamaban una adhesión al rechazo de otros países de la región. Finalmente, el Perú terminó por jamás hacer declaración oficial alguna al respecto.
Financiamiento[]

El Gral. Andrés de Santa Cruz.
El 20 de octubre explotó en la prensa de Inglaterra el escándalo de la compra de los barcos y el reclutamiento de irlandeses para la intentona de reconquista en Ecuador. Este hecho haría tambalear seriamente los planes de Flores y la futura familia real.
El 26 del mismo mes Santa Cruz solicitó un préstamo por veinte mil duros a los banqueros Ceriola y Carriquiri, que se lo negaron excusándose en la crisis financiera que empezaba a extenderse por Europa, y que se dilataría hasta 1848. Sin embargo, la verdadera razón detrás de la negativa era que las fuentes de financiamiento empezaron a dudar del éxito para la riesgosa empresa en la que ya habían invertido con el dinero entregado previamente a Flores.
Pese a la negativa inicial y gracias a la intervención del rey Luis Felipe, que puso como garantía una de sus grandes propiedades, el 4 de noviembre Santa Cruz logró un nuevo préstamo de cincuenta mil duros por parte de los mismos banqueros. Los fondos serían destinados de la siguiente manera:
- Treinta mil para los últimos arreglos de la tropa en el puerto español de Santander, su mantenimiento durante los primeros meses en Ecuador, así como para la compra de lealtad de soldados ecuatorianos.
- Veinte mil para el proceso de reclutamiento que tendría lugar en Francia, así como la adquisición de un buque para su transporte hacia América.
Reclutamiento[]

El Gral. Juan Antonio de Urbiztondo.
El 10 de noviembre de 1846 Juan José Flores llegó a Durango, donde estaba acantonado el Primer Batallón conformado por 900 soldados, y desde allí escribió al Duque de Riánsares que tanto la tropa como los oficiales se encontraban contentos y entusiasmados con el viaje. En el lugar conoció al capitán general Juan Antonio de Urbiztondo, que debido a la buena relación que entabló con Flores fue nombrado Jefe del Estado Mayor. También se encontraba en las filas el teniente Saturnino Bustamante.
El 17, Flores y el Primer Batallón llegaron a la ciudad de Santander, los soldados fueron acomodados en el Cuartel de San Felipe. A la mañana siguiente fondeó en el puerto un barco a vela con 200 soldados portugueses reclutados de entre experimentados veteranos durante el último pronunciamiento de Galicia. El 21 hizo su arribo otro barco a vela con 400 soldados más, la mayor parte de ellos experimentados franceses que habían servido en las filas del ejército de Carlos de Borbón (carlistas). Los nuevos contingentes fueron acomodados en tres cuadras del tinglado de Becedo, propiedad del señor José Zola, y aunque la mayor parte debió dormir sobre la hierba, se encontraban entusiasmados con la expedición que iba cobrando forma.
A mediados de Octubre se unió José Agustín de Argüelles, que con pasaporte del Minsitro de Guerra español, se presentó como Primer Ayudante del general Flores, preocupándose de adquirir y ordenar las provisiones que deberían embarcar en cuanto llegaran los barcos de Inglaterra a fin de mes.
Informado por agentes del mismo gobierno inglés de que se daría la orden para confiscar los barcos debido a la presión de la prensa, el 18 de noviembre el coronel Richard Wright decidió partir apresuradamente desde los East India Docks de Londres a bordo de las tres naves adquiridas y equipadas:
- Glenelg, un velero de 1200 toneladas para pasajeros y armado con dos cañones sobre cubierta.
- Monarca, una fragáta de hélice a vapor de 900 toneladas y armado con dos colisas de a 32 y dos cañones de menor tamaño.
- Neptuno, una fragata de hélice a vapor de 700 toneladas y armado con dos colisas.
Fingiendo desconocer que los barcos habían dejado el puerto el día anterior, el 19 de noviembre los Lores del Tesoro inglés emitieron la orden de embargo, aunque para ese momento los buques se encontraban muy cerca de Irlanda para recoger a los 1.200 soldados reclutados en Limmerick.
El viaje a América[]
El 21 de noviembre de 1846 Flores recibió la noticia del intento de embrago y que Wright había adelantado la partida, se dispuso entonces a esperarlo en el puerto de Santander. Ordenó también al general Santa Cruz que adelantara el embarco de los 400 soldados que había reclutado en Francia y zarpara a bordo del buque a vapor Rivier, enviado por el rey Luis Felipe con dos colisas y un cañón de menor tamaño.
La flota del coronel Wright llegó al puerto español la mañana del 22 de noviembre, mientras que la de Santa Cruz hizo lo propio la noche del 24. Apremiado porque lo sucedido en Inglaterra tuviera eco en las autoridades españolas, Flores decidió embarcar a los 3.100 soldados que alcanzaba su ejército en total para ese momento.
El 30 de noviembre la flota partió finalmente hacia Palma de Gran Canaria, a donde llegaron el 5 de diciembre y se sumaron los 800 soldados de infantería que habían sido reclutados previamente en distintos puntos de España y les aguardaban en la isla, con lo que el ejército ascendió a un total de 3.900 efectivos, entre los que se contaban 1.200 soldados de tropa contratados y entrenados en Irlanda, 400 veteranos franceses, 600 oficiales españoles peninsulares experimentados, 400 soldados de infantería españoles canarios, 80 zapadores y 200 de caballería.
Los cuatro barcos, todos bien armados armados con seis poderosas colisas y 35 cañones, llevaban no solo a las fuerzas militares, sino también seis piezas de batería, trescientas mil raciones de comida para la tropa y 600 para oficiales, diez mil fusiles adquiridos en España y otros veinte mil en Inglaterra e Irlanda. Tras varios días de esperar buenos vientos para el barco a vela, la expedición partió desde el puerto canario con rumbo a América el 13 de diciembre.
Después de cuatro semanas en alta mar, el 19 de enero de 1847 los buques de Flores llegaron al puerto de San Juan, en la isla de Puerto Rico, que por entonces aún era posesión española. Mientras se re-abastecían allí, el día 21 llegó una nota del ministro español en Caracas y tío del Duque de Riánsares, Juan de Muñoz y Funes, en la que se confirmaba que el emperador de Brasil había aceptado una escala de la flota en Porto Alegre. En ese momento los brasileños eran aliados de los ingleses en el Bloqueo contra Argentina.
La expedición[]
El 22 de enero de 1847 la escuadra franco-española partió de San Juan y dos días después hacía escala en el puerto de Cayena, en la colonia de Guayana francesa. El 3 de febrero la flota llegó a Porto Alegre, donde se les unió el almirante Thomas Wright que tomó el mando de la flota, informó de los preparativos que se habían hecho para repelerlos en la costa del Pacifico, y que el bloqueo de Francia e Inglaterra a Buenos Aires seguía vigente, por lo que la vuelta por el Cabo de Hornos no representaría un problema hasta llegar a aguas chilenas.
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El 23 de febrero de 1847 la escuadra de Chile se convirtió en la primera en enfrentar a la Expedición Floreana en la Batalla naval de Concepción, librada en aguas cercanas a las costas de la ciudad homónima. Los chilenos obtendrían una contundente derrota que provocó su repliegue hacia Valparaíso.
El 26 del mismo mes, y en un nuevo intento de frenar su avance o de ganar tiempo para la organización de la resistencia ecuatoriana, la reducida escuadra chilena, con apoyo de un pequeño navío peruanos pagado por los ultra nacionalistas de ese país, se enfrentó nuevamente a la Expedición en la Batalla naval de Valparaíso, obteniendo una nueva derrota.
Tras un firme avance que demostró su superioridad militar, la Expedición Floreana llegó finalmente al Golfo de Guayaquil, ya en Ecuador. El 7 de marzo se encuentraron con la débil flota ecuatoriana de tres navíos y un bergatín neogranadino, que les aguardaban en las costas de la isla Puná, a las puertas de la ciudad de Guayaquil. Allí tuvo lugar la Batalla naval de Puná, en la que los ecuatorianos perdieron estrepitosamente.
Toma de Guayaquil[]
La mañana del 9 de marzo de 1847 las tropas franco-españolas sitiaron el puerto de Guayaquil desde el río Guayas, mientras que los partidarios de Juan José Flores organizaron revueltas dentro de la ciudad que debían ser controladas por parte de las tropas allí acantonadas, lo que debilitó su línea defensiva hacia el río e hizo más fácil la toma por parte de la Expedición.
Después de apenas un día de batalla, las tropas floreanas lograron desembarcar sin más resistencia la mañana del 10 de marzo, e inmediatamente procedieron a tomar la ciudad. Vicente Rocafuerte, jefe de la resistencia guayaquileña, se había replegado hacia Babahoyo durante la madrugada.
Al medio día el Cabildo del puerto firmó la capitulación, marcando la primera victoria de la Expedición en tierra firme. Dos días después, Flores partió con Urbiztondo y dejó al general Santa Cruz al mando de setecientos hombres para defender la ciudad ante un posible levantamiento de los republicanos para recuperarla, y al almirante Wright para organizar la defensa en caso de que las flotas peruanas, chilenas y neogranadinas volvieran a intentar un ataque o un bloqueo al Golfo.
Avance sobre la Sierra Central[]
El 19 de marzo de 1847 Flores, al mando de los restantes 3.300 soldados, venció nuevamente a Rocafuerte en la Batalla de Baba, por lo que el líder de la resistencia se replegó nuevamente hacia Cuenca, hasta donde sabía que llegaría ayuda de los ultra nacionalistas peruanos, que aunque muy débil, engrosaba sus filas. Al día siguiente Flores tomó Babahoyo y dejó la ciudad con 100 hombres al mando del teniente español Saturnino Bustamante.
El 2 de abril los floreanistas tomaron la ciudad de Riobamba, dejando allí cuatrocientos hombres al mando del general inglés Leonardo Stagg, experimentado oficial y su amigo personal desde las luchas independentistas. El punto era considerado crítico, debido a que desde allí las tropas franco-españolas se dirigirían hacia el norte, convirtiendo a Riobamba en la frontera virtual contra los ecuatorianos republicanos.
Con todo su esfuerzo concentrado en llegar a Quito, la capital del país, para así declararse oficialmente victorioso, el 7 de abril Flores avanzó sobre Ambato y tomó la ciudad casi sin resistencia. Decidió dejar allí 100 hombres al mando del capitán irlandés sir George Ogilui, que podrían servir de apoyo a Stagg en caso de ser necesario.
En un avance continuo sobre la Sierra Central, Flores y Urbiztondo tomaron Latacunga el 11 de abril, dejando allí 100 hombres al mando de un capitán francés. El 15 conquistó sin oposición la localidad de Machachi, y dejó allí 50 hombres. Finalmente, el 17 del mismo mes, y tras una agotadora campaña casi sin descansos, Flores tomó Sangolquí y se encontraba a las puertas de la ciudad de Quito, donde le esperaba la tropa ecuatoriana de 1.900 hombres.
Después de descansar dos días en Sangolquí, en donde decidió dejar 50 hombres, Flores contaba con cerca de 2.300 efectivos debido a que había perdido algunos en las batallas previas.

Tropas de Flores en las afueras de Quito
Toma de Quito[]
Flores deseaba evitar la inminente barbarie que se produciría al intentar tomar Quito, ya que de la aceptación de los habitantes de esa ciudad dependía sobremanera el éxito político de su proyecto. Por ello el 20 de abril de 1847, haciendo uso de parte del dinero que traía consigo y mediante sus partidarios en la capital, el General compró secretamente la lealtad de casi la mitad del contingente ecuatoriano de tropa acantonado en Quito.
Ante la inesperada noticia de la deserción masiva, que por otro lado hizo crecer el ejército floreano a 3.000 hombres, las tropas ecuatorianas remanentes y sus oficiales se vieron obligados a replegarse hacia Ibarra el 21 de abril, dejando libre el ingreso a la capital ecuatoriana. Dos días después, y una vez que se aseguró de que estaba despejada, Flores hizo su entrada triunfal en la ciudad de Quito sin haber derramado una sola gota de sangre allí.
El mismo día 23 de abril, por la noche y después de haber tomado posesión del Palacio de Carondelet, escribió una misiva para los Duques de Riánsares y el rey Luis Felipe I de Francia con las buenas nuevas de que la expedición ha sido exitosa, aunque aún no es definitiva. La carta, enviada al día siguiente a Europa por vía de Guayaquil, fue el primer documento firmado en el Palacio Real de Quito.
Pacificación del Ecuador[]
Las tropas ecuatorianas del norte, que sumaban 1.700 efectivos, solicitaron la ayuda del ejército neogranadino acantonado en Pasto el 1 de mayo, con lo que alcanzaron el considerable número de 2.200 soldados. Paralelamente, el general Urbiztondo y el teniente Argüelles avanzaban enviado por Flores para enfrentarlos en Ibarra con 2.500 hombres.
El 6 de mayo se llevó a cabo la Batalla de Ibarra, en las afueras de la ciudad homónima, donde los ecuatorianos cayeron con su último bastión, aunque no sin antes causar un severo daño a las tropas floreanas que se vieron reducidas a 2.000. El 8 se firmó la Capitulación de Ibarra, declarándose el norte del país como tierra pacificada, aunque se mantuvo un contingente de mil hombres para defender la frontera de las posibles incursiones neogranadinas.
El 9 de mayo, cerca de 500 soldados ecuatorianos juraron lealtad al general Flores para salvarse de las represalias, y se ordenó su redistribución inmediata hacia las ciudad de Riobamba, aún vulnerable ante los ataques de Rocafuerte. Tal como habían previsto, una escuadra naval de Nueva Granada intentó retomar Guayaquil el 11 de mayo, pero debieron retirarse ante la poderosa escuadra que se había formado entre los buques europeos y los ecuatorianos que ahora pertenecían y eran comandados por el almirante Thomas Wright.
El 26 del mismo mes las tropas franco-españolas de Flores se enfrentaron en Riobamba a las de Vicente Rocafuerte, que habían avanzado desde la ciudad de Cuenca en un número 600. Aunque la superioridad numérica de los ecuatorianos era evidente, los floreanistas lograron mantener la ciudad hasta la llegada de 500 refuerzos que ya estaban en camino previamente desde el norte, y que hicieron su arribo el 27 por la mañana. Con un nuevo número de 900 efectivos, la balanza se inclinó a favor de los floreanistas, mientras que Rocafuerte, que parecía estar a punto de tomar la ciudad, fue vencido por la superioridad de armas y se replegó nuevamente hacia Cuenca, donde ya le aguardaba un contingente de 200 hombres pagados por los ultranacionalistas peruanos.
Tras varias semanas de escaramuzas, el 17 de junio tuvo lugar la decisiva Batalla de Girón entre los ejércitos floreano, que sumaba 1.300 efectivos, y rocafortino, con un número mucho menor de soldados. El resultado fue el triunfo de los primeros y la aniquilación de las pocas tropas ecuatorianas que aún poseía Rocafuerte.
El Cabildo de Cuenca firmó la capitulación de la ciudad el 19 de junio al medio día. El general Juan José Flores instaló sus cuarteles generales en la ciudad, esperando para continuar hacia el sur del país.
Creación del Reino de Ecuador y últimas batallas[]
Durante la llamada Campaña del Sur, el general Flores tomó las ciudades de Loja y Zaruma el 19 de julio, después de lo cual decidió regresar a Quito para tomar posesión de su cargo como Encargado del Gobierno. El mando de las tropas quedaría entonces con el hasta entonces coronel Richard Wright, a quien nombró como General del Ejército.
El 28 de julio llegó a la capital y convocó a una Asamblea Constituyente que se reunió entre el 10 de agosto y 11 de septiembre de 1847, cuyo resultado fue la sanción de la llamada Carta Orleanista, documento constitucional que creaba el Reino de Ecuador de manera inmediata, se elegía como primer ministro al mismo Flores y se le encargaba la regencia mientras una misión de diplomáticos viajaba a París para tomar juramento a los Duques de Montpesier como nuevos monarcas del país.
El 10 de enero de 1848 Antonio de Orleans y Luisa Fernanda de Borbón fueron declarados oficialmente como Reyes de Ecuador en una fastuosa ceremonia que tuvo lugar en la Galerie de la Paix del Palacio de las Tullerías. Seis días después zarpaban del puerto francés de El Havre y, tras cortas escalas en Madeira, La Habana y una más larga en Río de Janeiro, llegaron a Guayaquil el 18 de abril, donde no fueron bien recibidos por los republicanos.