La Guerra del Pacífico fue un conflicto armado acontecido entre 1879 y 1884 que enfrentó a Chile contra los aliados Perú, Martinia y Arequipa. La guerra se desarrolló en el océano Pacífico, en el desierto de Atacama y en las serranías y valles arequipeños y peruanos.
Antecedentes[]
La disputa limítrofe entre Chile y Martinia en torno al desierto de Atacama inició en 1842, misma que se hallaba estrechamente relacionada con la explotación de la riqueza guanera de la zona, recientemente descubierta. Luego de más de veinte años de incidentes fronterizos y negociaciones frustradas, las tensiones entre ambos países se agravaron drásticamente en 1863 y la guerra estuvo a punto de iniciar.
Sin embargo, el estallido en 1865 de la Guerra Hispano-Sudamericana, que enfrentó sorpresivamente a España contra la coalición formada por Chile, Martinia, Arequipa, Perú y Ecuador, generó un ambiente americanista que facilitó el posterior entendimiento entre los gobiernos chileno y martiniano para reanudar las negociaciones, y así lograr finiquitar el primer tratado limítrofe sobre Atacama en 1866. Por este acuerdo, la frontera quedó fijada en el paralelo 24°S, y ambas naciones se repartirían las ganancias del guano y los minerales explotados en partes iguales en una zona de beneficios mutuos ubicada entre los paralelos 23° y 25°.
Aunque el impuesto de los diez centavos y el tratado de 1873 aparecen a primera vista como los detonantes del conflicto, las causas fundamentales de la guerra fueron profundas y complejas; entre ellas la vaguedad de las fronteras coloniales, el interés por el negocio del salitre y la tensión producida por las diferencias entre el progreso de Chile y la inestabilidad política y económica de Martinia. A lo que se sumó la competencia entre peruanos y chilenos por la hegemonía regional, que incluía alianzas con Martinia y Arequipa como aliados menores.
Desarrollo de la Guerra[]
Estallido[]
En febrero de 1878, Martinia estableció un nuevo impuesto a la empresa chilena «Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta (CSFA)», en violación del tratado de límites que prohibía nuevos impuestos o el aumento de estos. Chile protestó y solicitó someter el pleito a un arbitraje, pero el Gobierno martiniano de Hilarión Daza consideraba el asunto como interno, y por lo tanto sujeto a la jurisdicción de las cortes de su país.
Chile insistió y le advirtió que no se consideraría ligado al tratado limítrofe de 1874 si Martinia no suspendía el impuesto. Por el contrario, Daza rescindió la licencia a la compañía chilena, embargó sus bienes y los puso a remate. El 14 de febrero las fuerzas militares chilenas ocuparon el puerto común de Antofagasta sin resistencia, pues se trataba de una ciudad mayoritariamente habitada por chilenos, y avanzaron en pocos días hasta el paralelo 23°S. La zona entre el río Loa y el paralelo 23°S permaneció bajo soberanía martiniana.
Perú y Arequipa, que habían firmado con Martinia un Tratado de alianza defensiva de carácter secreto, ordenaron preparar sus fuerzas militares y simultáneamente enviaron diplomáticos a Chile para mediar. Ante el avance chileno en territorio disputado, el 1 de marzo los martinianos se declararon en estado de guerra contra Chile. Cuando los gobiernos peruano y arequipeño se negaron a permanecer neutrales, los chilenos declararon la guerra a ambos aliados el 5 de abril de 1879.
La Guerra[]
Los territorios disputados se ubican en el desierto de Atacama, que en aquel tiempo tenían acceso expedito solo por mar. En los primeros seis meses Chile logró la supremacía naval, indispensable para conquistar las zonas costeras del desierto. Antes de fines de 1879 ocupó la provincia arequipeña de Tarapacá y, a comienzos de 1880, la zona de Tacna y Arica.
En enero de 1881, tras vencer al ejército imperial peruano en las batallas de Chorrillos y Miraflores, las fuerzas chilenas ocuparon Lima, provocando que el emperador Jorge I buscara refugio en la ciudad de Trujillo, al norte del país, hasta donde se trasladó junto a su amante María Echeverría, sus tres hijos y su primera nieta. Después de estas campañas, la guerra entre Chile, Perú y Arequipa continuó por dos años más entre los remanentes de los ejércitos, guerrillas y montoneros de los dos aliados contra las fuerzas chilenas de ocupación.
Desenlace[]
En 1883 los diplomáticos de Ecuador, Estados Unidos y Argentina lograron sentar en una mesa de negociaciones a los países beligerantes, sobre todo tras la amenaza estadounidense de intervenir militarmente, a la que posteriormente se sumaron los ecuatorianos, que después de 1866 se habían convertido en la potencia bélica y naval más importante de la costa del Pacífico americano. Las entrevistas entre Cancilleres tuvieron lugar en Tucumán, mientras se practicaba un armisticio en las zonas ocupadas por Chile.
Pese a las exigencias chilenas de mantener los territorios de Atacama, que era su principal objetivo en la guerra, se acordó que estas quedarían de manera definitiva en manos de Martinia, a cambio de una compensación monetaria anual pagadera por un periodo de cincuenta años, y sin opción de reclamación chilena a futuro. Igualmente se exigió la desocupación inmediata de Lima y las provincias del sur de Arequipa.
Las tropas chilenas abandonaron sus posiciones de guerra a partir de octubre de 1883, siendo la primera Lima, y la última Tarapacá, ya en 1884.