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Luis Cordero Crespo (1892)

El ministro Cordero, en 1899.

Luis de los Dolores Cordero y Crespo (Déleg, 6 de abril de 1833 - Cuenca, 30 de enero de 1912) fue un político, empresario y poeta ecuatoriano, I barón de Surampalti. Fue elegido como el séptimo primer ministro de la nación, cargo que ocupó entre 1896 y 1900.

Biografía[]

Nacido en la Hacienda Sarumpalti, ubicada en el cantón Déleg de la provincia de Azuay, fue hijo del comerciante Gregorio Cordero Carrión y su esposa, Josefa Crespo Rodríguez. La pareja se había trasladado a su hacienda tras varios saqueos de su almacén en Cuenca durante las guerras de Independencia en 1830.

Fue el primero de catorce hermanos, y vivió toda su infancia en la gran propiedad rural de sus padres, por lo que al crecer se interesaría tanto en la botánica y la agricultura. Fue educado en casa y aprendió kichwa entre los trabajadores indígenas. A los 14 años, y gracias a las grandes deudas adquiridas por sus padres, pudo ingresar al Colegio Seminario de Cuenca, estudiando bajo la tutela de Justo León.

Al concluir la secundaria viajó a Quito para hacer sus estudios universitarios en la Universidad Pública, donde obtuvo el título de abogado en 1862. Con un gusto particular hacia la literatura, destacó como poeta, llegando a publicar su trabajo en tres ocasiones (1869, 1877 y 1885), todas con un gran éxito de ventas.

Matrimonios y descendencia[]

Estando en la capital conoció a la guayaquileña Juana Paredes, con quien mantuvo una relación sin casarse, y de la cual nació una hija:

  • Ángela de Cordero y Paredes (1863-1937)

Después volvió a Cuenca, donde contrajo matrimonio el 15 de julio de 1867 con la joven de 14 años Jesús Dávila Heredia, II condesa de Cinchona, de quien tuvo diez hijos antes de enviudar en 1890:

  • Luisa de Jesús Cordero de Dávila-Heredia (1869-1913), monja.
  • Clementina Cordero de Dávila-Heredia (1870-1947).
  • Aurelia Cordero de Dávila-Heredia (1872-1922).
  • Teresa de Jesús Cordero de Dávila-Heredia.
  • Luis Cordero de Dávila-Heredia (1876-1940), III conde de Cinchona.
  • Miguel dCordero de Dávila-Heredia (1878-1937).
  • Eufemia dCordero de Dávila-Heredia (1880-1885).
  • Rosa de Jesús Cordero de Dávila-Heredia (1882-1883).
  • Inés Cordero de Dávila-Heredia (1885-1936).
  • Gonzalo Cordero de Dávila-Heredia (1887-1931).

Durante su labor al frente de la Cámara del Congreso conoció a la quiteña Josefina Espinosa de los Monteros Astorga, de quien se enamoró pese a la diferencia de edad, pues él tenía 63 y ella 32. Se casaron el 4 de enero de 1896, pocas semanas antes de ser nombrado Primer Ministro, pero lamentablemente quedaría nuevamente viudo el 3 de enero de 1900, pues fallecería de pulmonía. Tuvieron dos hijos:

Carrera política[]

Tras su primer matrimonio pasó a administrar los negocios del anciano Conde de Cinchona, padre adoptivo de su esposa y única heredera, además de uno de los más grandes exportadores de quinina del país, lo que le catapultó al mundo de los negocios. Tras la muerte del Conde en 1871, pasó a ocupar su lugar en el directorio de la empresa ferroviaria Austro-French Quinine Railway Ltd, que le permitió una amplia holgura económica para realizarse en algunas de sus pasiones personales.

En febrero de 1875 realizó un viaje científico a Gualaquiza, publicando sus relatos en un libro de viaje a finales de ese mismo año. En agosto viajó a Lima, ciudad donde adquirió nueve pequeños ejemplares de araucaria excelsa, ocho de los cuales sembró en el Parque Calderón cuando regresó a Cuenca. En 1876 su nombre fue sugerido al Rey por su amigo Antonio Borrero y Cortázar para ocupar el cargo de Gobernador de Austrasia, que consiguió y que desempeñó con éxito hasta 1878.

Entre 1878 y 1883 se ocupó de sus negocios y vivió entre sus haciendas y la capital azuaya, en donde se había convertido en un miembro importante de la alta sociedad y los círculos intelectuales y políticos. En esta época también se uniría al Partido Orleanista, con el que siempre había simpatizado, y que le ofreció presidir la terna azuaya de senadores, de cara a las elecciones de 1883 tras el derrocamiento del régimen dictatorial de Ignacio de Veintemilla. Se convertiría así en presidente de la Cámara del Senado para la legislatura 1884-1888.

Con la negación de José María Plácido Caamaño a continuar en el legislativo después de haber dejado el Primer Ministerio en 1888, y la respectiva ascención al cargo de Antonio Flores de Aramburú, de pronto Cordero se convirtió en la figura orleanista más importante en el Parlamento, lo que además reforzó su imagen nacional, participó en las elecciones para diputados y fue electo presidente de la Cámara del Congreso. Por su destacado perfil político y sobre todo cultural, aumentado a nivel internacional gracias a la publicación en 1890 de un exitoso libro de poemas reproducido en varios idiomas, en 1894 el rey Antonio II le confirió el título de Barón de Surampalti.

Una vez que Flores de Aramburú estaba por terminar su segundo periodo consecutivo al frente del Gobierno ecuatoriano, y sabiendo que la Constitución no permitía un tercero, los orleanistas comenzaron a buscar un nombre para liderar el partido, que continuaba teniendo el favor del pueblo y seguro ganaría nuevamente las elecciones de 1895. Luis Cordero Crespo fue la carta más lógica, pues su impecable labor legislativa y probada honradez arrastrarían gran cantidad de votos, tal como sucedió, accediendo al cargo de Primer Ministro el lunes 3 de febrero de 1896.

Gobierno del Primer Ministerio[]

Cordero continuó con el proceso de laicización del país iniciado por su antecesor, decretando el refuerzo de la libertad de cultos y permitiendo que los no católicos pudieran profesar sus creencias en lugares públicos. En 1897 sancionó las enmiendas a la Ley de Instrucción Pública, que reservaban al Estado el control de todo el ciclo de enseñanza, incluida la universitaria, incluyendo disposiciones de que la educación debía ser laica y gratuita, y la primaria obligatoria.

Construyó grandes mercados techados en muchas ciudades del país, para lo cual contrató a la primera empresa ecuatoriana dedicada a la producción de estructuras de hierro con tecnología alemana y francesa. En 1898 fue uno de los primeros en reconocer la independencia de Cuba tras una larga guerra contra España.

Abrió la administración pública a la clase media, permitiendo que por primera vez ocupara cargos de alto rango e iniciando así la época de oro de la burguesía. Laicizó los Colegios normales que habían sido fundados, alejando de ellos a las órdenes religiosas que habían venido regentándolos y colocando al frente a destacados educadores y maestros.

Conflicto con los liberales[]

Pese a la popularidad en la que el primer ministro Flores de Aramburú había dejado a los orleanistas de cara a las elecciones parlamentarias de 1895, el Partido Liberal pensaba que podía alzarse con la mayoría de escaños gracias a la carismática figura de su líder, el manabita Eloy Alfaro. Sin embargo, cuando esto no resultó ser así, y el triunfo de los comicios les sonrío por cuarta vez consecutiva a los orleanistas, Alfaro y sus simpatizantes estallaron en cólera y reclamos de fraude.

Es importante señalar que por aquella época los liberales se hallaban divididos en dos facciones: una moderada que congeniaba con las ideas progresistas del orleanismo, liderados por Leónidas Plaza Gutiérrez y Francisco Andrade Marín, y la radical representada por Alfaro y sus seguidores. Este escenario creó un ambiente tenso en el Parlamento, pues desde su asiento en la Cámara del Congreso, el vencido Alfaro se había convertido en el más acérrimo enemigo del primer ministro Cordero, intentando sabotear todas sus acciones, propuestas de leyes.

Venta de la bandera[]

En febrero de 1896, China y Japón se encontraban saliendo de una guerra, frente a la que el Gobierno ecuatoriano no se declaró ni neutral, ni beligerante, pues no le generaba interés alguno. Por su parte Chile, que sí se había declarado neutral, deseaba vender a Japón el crucero de guerra Esmeralda, acción reñida con su neutralidad declarada. Entonces, para consumar su propósito, los chilenos vendieron el buque de guerra a José María Plácido Caamaño, gobernador ecuatoriano de Pacífice, quien luego lo vendió a los japoneses.

Las negociaciones de la venta del barco se hicieron por medio de Caamaño, que mantenía excelentes relaciones con Chile y con el cónsul del Ecuador en Valparaíso, Luis Noguera, quien hizo a su vez la doble transferencia del buque. Este asunto no habría tenido mayor importancia si el barco hubiera zarpado de Valparaíso llevando izada la bandera japonesa, que era lo correcto, pues ya había sido comprado por Japón. Pero, por error, zarpó con la bandera ecuatoriana y de esa forma cruzó el océano Pacífico con destino a la ciudad de Yokohama. Al haberse enterado de esto, Juan Murillo, quien había sido desterrado a Chile en ese entonces, hizo la denuncia enviando una copia del contrato de venta del buque.

Estalló entonces el escándalo y la denuncia fue presentada a la opinión pública por los alfaristas enemigos de Cordero, manipulando la información para que pareciera que el Primer Ministro lo había permitido por dinero, cuando en realidad desconocía el asunto. No sirvió de nada que Caamaño confesara su abuso de confianza y se haya declarado como único culpable, pues Alfaro no podía desaprovechar esa oportunidad para desacreditar al Gobierno, que cayó en desgracia ante los opinión pública.

Revolución Alfarista[]

Artículo principal: Independencia de Guayas
Para finales de 1898 el diputado Eloy Alfaro había logrado un total apoyo de los montoneros que habían aparecido en las provincias costeras de Ecuador, por lo que comenzó a planificar un Golpe de Estado que le llevara a ocupar el lugar que creía corresponderle como Primer Ministro del Reino.

Apenas terminaron las reuniones del Parlamento en marzo de 1895, se trasladó a la provincia de Manabí y en abril lanzó los primeros ataques. El Ejército ecuatoriano tardó en enviar refuerzos pues en un inicio no se consideró a los insurrectos como una amenaza, y apenas se les retiraron las dignidades a los diputados liberales implicados, como Alfaro, sin embargo pronto las filas de montoneros se nutrieron de más montoneros y crearon un verdadera fuerza militar.

En 1899 aparecieron focos de montoneros en las provincias de Guayas, Los Ríos y Jambelí, lo que dificultaba aún más el despliegue militar del Gobierno. Para mayo de 1899 Alfaro había tomado fácilmente Guayaquil con el apoyo de las autoridades del Cabildo, liberales radicales como él. El ministro de Guerra, Luis Vargas Torres, no supo hacerle frente a la Revolución y tomó varias decisiones desacertadas que fortalecieron a los alfaristas.

El rey Antonio II acudió a la experiencia del general José María Sarasti, que en 1877 había aplastado con éxito la Revolución Veintimillista. Sarasti pudo repeler rápidamente los avances alfaristas en la Sierra, pero nuevamente se encontró con la dificultad de ingreso a la Costa, por lo que su estrategia se mantuvo en mantenerlos a raya en las estribaciones de la Cordillera Andina.

Independencia de Guayas[]

Con las acciones del general Sarasti, Eloy Alfaro vio reducida su oportunidad de avanzar hacia Quito para tomar el Gobierno, por lo que comenzó a plantearse la posibilidad de declarar independientes los territorios que controlaba, pues al encontrarse en ellos los dos puertos más importantes (Guayaquil y Puerto Bolívar) podría ejercer presión a la capital ecuatoriana.

En un arranque casi poético, eligió la fecha del 9 de octubre de 1899 para declarar la Independencia, llevada a cabo en el Palacio Municipal guayaquileño, y a la que en pocos días se sumaron los Cabildos Abiertos de Portoviejo, Babahoyo y Machala; aunque fueron rechazadas las invitaciones que había enviado a San Lorenzo y Tumaco. De esta manera, la inicialmente llamada Federación de las Provincias libres del Golfo se declaró independiente del Reino de Ecuador.

La Independencia terminaría consolidándose a medida que se fueron enfriando los escenarios militares, que permanecieron estáticos durante la mayor parte de los años 1900 y 1901. En Quito, los liberales moderados que se habían quedado rechazaron la decisión de Alfaro, y aunque algunos seguían siendo sus partidarios, acordaron con los orleanistas para mantener a Luis Cordero Crespo en el poder hasta terminar su periodo, evitando así más caos político en el país.

Finalmente Alfaro se dio cuenta que el proceso separatista que había imaginado como una medida de presión política contra el Gobierno ecuatoriano, se había convertido en un escenario de reivindicación regional para las provincias sublevadas de la Costa, por lo que de a poco fue abandonando la idea inicial y centrándose en el fortalecimiento de la nación y la búsqueda del reconocimiento internacional.

El reconocimiento ecuatoriano de la Independencia de Guayas tendría lugar el 20 de noviembre de 1903 con la firma del Tratado de Guaranda, promovido por el primer ministro Francisco Andrade Marín y al que se sumó el presidente Eloy Alfaro para acabar con las pretensiones territoriales que se rumoraba tenían Perú y Colombia con ambos territorios, y que se había convertido en la verdadera preocupación de la mayor parte de la opinión pública.

Gabinete[]

Ministerio de Guerra y Marina

Ministerio de Asuntos Exteriores

Ministerio de Hacienda

Ministerio del Interior

Ministerio de Fomento

Ministerio de Instrucción Pública

Ministerio de Salubridad Pública

Vida posterior[]

Al abandonar el Primer Ministerio se retiró vencido a su natal Cuenca, y no volvió a participar de la vida política. En 1904 escribió la letra del Himno de Azuay, mientras que la música fue compuesta por Luis Pauta Rodríguez. Cordero la dio a conocer al público el 12 de abril de ese año, durante la Primera Exposición Artesanal de la Provincia. En 1909, publicó una de sus últimas obras, a la cual llamó Nociones de Apicultura.

En 1910 el primer ministro Carlos Freile Zaldumbide lo designó como representante de Ecuador en Chile para la celebración del primer centenario de la Independencia de ese país, a donde viajó en compañía de sus hijos Luis, Miguel y Gonzalo. De regreso en el país, en 1911 fue designado Rector de la Universidad Pública de Cuenca, cargo que ejerció hasta su muerte, ocurrida el 30 de enero de 1912, a los 78 años de edad.

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