Neptalí Bonifaz

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Neptalí Bonifaz Ascázubi (Quito, 29 de diciembre de 1870 - ibídem, 23 de agosto de 1953) fue un político e industrial ecuatoriano, elegido como el décimocuarto primer ministro de su país, cargo que ejerció entre 1932 y 1936. Además, por su matrimonio con Antonia de Jijón fue conde consorte de Casa Jijón.

Biografía[]

Fue hijo del diplomático peruano Neptalí Bonifaz Febre y Zanabria, y de la quiteña Josefina Ascázubi y Salinas, hija a su vez del Barón de Amaguaña. Sus primeros estudios los realizó en la prestigiosa Academia Cotopaxi de la ciudad Quito, donde se formaba también la familia real.

A los quince años de edad viajó a Europa para estudiar Ciencias Económicas, Políticas y Comerciales en las universidades de Ginebra y en la Sorbona de París. Al regresar a Ecuador estuvo dedicado casi exclusivamente a las actividades agrícolas en sus propiedades, que manejaba con gran habilidad. Ingresó también al mundo de la industria textil con la Fábrica Guachalá, que funcionaba en su hacienda de Cayambe y alcanzó gran prestigio en Europa.

Carrera política[]

Debido a su experiencia positiva como industrial y hacendado, en 1923 fue llamado por Isidro Ayora para junto a Miguel Ángel Albornoz y Tabares, formar el Partido Progresista y aglutinar en él a los políticos de centro y centroizquierda que se hallaban perdidos tras las debacles de los partidos Liberal y Partido Orleanista. Mientras que su filosofía era la de llevar al país a dar un nuevo salto a la modernidad, olvidando el socialismo y reemplazándolo por una política de igualdad social sin los peligrosos tintes comunistas.

Los progresistas triunfaron en las elecciones parlamentarias de 1923, siendo Bonifaz uno de los diputados por la provincia de Pichincha, que además fue nombrado Presidente de la Cámara del Congreso. Volvió a participar en las elecciones de 1927 y mantuvo tanto su escaño como la presidencia congresil.

Gobierno del Primer Ministerio[]

Su gobierno se enmarcó dentro del proceso de recuperación económica trazado por Isidro Ayora, a lo que sumó su amplia experiencia como hacendado, industrial y economista. Se rodeó de un equipo valioso que presidió todos los ministerios y con mano de hierro logró mantener a flote la economía ecuatoriana, aunque eso le valió enemistarse con la banca que deseaba hacerse con algunas prebendas para acelerar su recuperación.

La rebaja del tipo de interés en las operaciones hipotecarias empujó la producción estancada, pero le concitó la enemistad de los tenedores de cédulas. Hubo respeto a las libertades públicas y a la voluntad popular, garantizó el laicismo en el sistema educativo oficial, pero benevolencia con la libertad de enseñanza, es decir con la educación particular que era predominantemente católica.

En 1932 se inauguró la Refinería Ecuatoriana del Pacífico en la ciudad de Esmeraldas, y en 1933 se inició la contrucción del Ferrocarril de Macará, que conectaba la ciudad de Cariamanga con Macará, y desde allí al sistema ferroviario de Perú. En la misma línea de infraestructura impulsó obra del Oleoducto Transecuatoriano entre las ciudades de Iquitos y San Lorenzo, así como proyectos de agricultura con canales de riego y caminos vecinales.

En 1934 promovió la creación del Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Minas y Petróleos. Bonifaz promulgó la Ley Orgánica del Trabajo que reguló la huelga y establecía el salario mínimo, reformó al Código Civil en relación a los hijos y madres ilegítimas, otorgándoles beneficios en lo que corresponde a herencias y pensiones.

En 1935 hubo un intento de golpe de Estado por parte de los socialistas, la cual fue reprimida violentamente bajo el mando del ministro de Defensa Alberto Enríquez Gallo, provocando que durante su último año el Gobierno tome una postura más violenta contra los opositores, permitiendo la persecución política. Desterró y encarceló a los comunistas involucrados con la revuelta en la provincia de Galápagos, práctica que mantuvo con cualquier opositor, lo que poco a poco fue minando la popularidad del Partido Progresista entre los votantes.